Costa Rica cuenta con una riqueza en biodiversidad alimentaria dada su ubicación geográfica en el trópico, y como puente que une el norte y sur del continente. Presenta la conformación histórica de una cocina diversa, integrada por varias cocinas regionales que están influenciadas por la disponibilidad local de alimentos, y el uso creativo que ha dado la población a los productos convirtiéndose en un tesoro que se hereda de generación en generación.
Volver la mirada a nuestros alimentos es una oportunidad de reencuentro con los saberes y sabores que se conservan en la memoria colectiva y en las cocinas de las familias en todo el territorio nacional.
Dar valor a nuestros alimentos, y potenciar el desarrollo de los territorios por medio del mayor uso de los recursos alimentarios disponibles es una estrategia que en el ámbito mundial cobra cada vez mayor importancia, y demanda la articulación de esfuerzos de los ámbitos público y privado.
La conservación de las cocinas tradicionales en el continente es una preocupación regional, y demanda el compromiso de hacer los inventarios culturales, proteger los recursos genéticos y el uso sostenible de la biodiversidad alimentaria; asimismo se requiere fortalecer la educación alimentaria y nutricional, y un trabajo intergeneracional para mantener y acrecentar el acervo culinario. Estas fueron algunas de las principales conclusiones en el Primer Foro Alimentos y Cocinas Regionales de América celebrado el 30 y 31 de agosto del 2017 en Argentina, en el cual participó la MSc. Patricia Sedó Masís coordinadora de un proyecto de investigación y promoción de la cocina patrimonial de Costa Rica de la Escuela de Nutrición de la Universidad de Costa Rica.